Un mundo furioso
Si la obra de Aldous Huxley, Brave New World (Un mundo feliz), plantea el placer como herramienta eficaz de ingeniería social, también el enfado lo es en la realidad La discrepancia da un valor especial a la política. El conflicto es inherente a ella. Ahora bien, ¿hay que estar necesariamente enfadado con el adversario para rebatirle ideas? ¿No es la pluralidad de estas lo que enriquece el debate? No importa si tu país tiene la democracia más consolidada del mundo (a saber qué es eso). Pero, muy probablemente, sus representantes aparenten enfadarse cuando discrepen, como si la labor parlamentaria fuera una función de teatro. Estos planteamientos pueden sonar ingenuos, porque mostrar indignación con mal humor se supone como “normal”. Es algo que puede ocurrir en cualquier trabajo. Sin embargo, la política, a diferencia de otros ámbitos profesionales, tiende a inventar dramas. Reconozco que soy un profano, y que varios consultores van a justificar la comunicación de los partidos a l...