Un mundo furioso

Si la obra de Aldous Huxley, Brave New World (Un mundo feliz), plantea el placer como herramienta eficaz de ingeniería social, también el enfado lo es en la realidad


La discrepancia da un valor especial a la política. El conflicto es inherente a ella. Ahora bien, ¿hay que estar necesariamente enfadado con el adversario para rebatirle ideas? ¿No es la pluralidad de estas lo que enriquece el debate? No importa si tu país tiene la democracia más consolidada del mundo (a saber qué es eso). Pero, muy probablemente, sus representantes aparenten enfadarse cuando discrepen, como si la labor parlamentaria fuera una función de teatro.

Estos planteamientos pueden sonar ingenuos, porque mostrar indignación con mal humor se supone como “normal”. Es algo que puede ocurrir en cualquier trabajo. Sin embargo, la política, a diferencia de otros ámbitos profesionales, tiende a inventar dramas. Reconozco que soy un profano, y que varios consultores van a justificar la comunicación de los partidos a los que asesoran con argumentos marquetinianos. Los partidos funcionan como empresas, y no pueden demostrar debilidades. Tienen que reflejar las del adversario, incluso más que sus propias alternativas para solucionarlas. Para atraer electores y unificarlos, es mejor remarcar lo negativo de “otros” más que lo positivo de “nosotros”.

Lo más cómodo es vivir en los dogmas, aunque con una buena dosis de “marxismo grouchista” en los principios. En el fondo, en mayor o menor medida, nos pasa a todos. Pero las formaciones políticas tienen la desfachatez de enseñar ambos rasgos sin complejos. Y esto no siempre se puede excusar por la responsabilidad de los asesores, ni siquiera en los gestos emocionales desde los escaños. Quienes toman las decisiones son los líderes y sus compañeros en el núcleo de poder del partido.

Cuando hay reuniones entre miembros de diferentes grupos, una vez cerrado el despacho, lo normal es que discutan sus propuestas con sobriedad. Entonces, ¿por qué no es igual ante las cámaras? Si lo que los desacredita es realmente su infantilismo, lanzando estereotipos de brocha gorda, ¿por qué no cambian su actitud?

Claramente, diferentes formas de acoso, como los escraches, son el resultado en gran medida de los discursos agresivos en los parlamentos y en los mítines. La polarización es buena y es innata por la heterogeneidad de opiniones: otra cosa es que no sepamos plasmarla en una convivencia sana sin ira. A esta sí se la puede llamar “jarabe democrático”.

Los medios de comunicación también deberían ser conscientes de que el tono importa, y que la tensión dialéctica en los debates entre periodistas se suma a la de los políticos. Las personas somos seres emocionales más que racionales. Por tanto, es normal escuchar menos discursos pragmáticos. Para cualquiera es inevitable hacerse esa eterna pregunta: ¿qué pasaría si tanto en la política como en el periodismo los dogmas quedasen en un segundo plano?

Está claro que ni siquiera el estado más ejemplar sería perfecto. Siempre hay conflictos que generan polémica, por mucha comprensión que haya entre las partes. Aunque parece ser que añadir morbo es necesario para generar interés. No se contemplan otros escenarios para reflejar los hechos, cuando estos son curiosos de por sí sin furias de fondo.

Ya me lo advirtió un primo mío cuando le dije que me quería dedicar al periodismo político: ahí uno está enfadado. Aun así, eres consciente al mismo tiempo de que cada cual tiene sus ideales. No pocas veces oigo “puedo tolerar cualquier opinión, pero la tuya…”. Pase lo que pase, periódicos y partidos tendrán una excusa para reprochar a sus adversarios. Es inevitable. El uso de la rabia da apoyos. En otras ocasiones sale mal, y es un regalo para el rival, que a su vez gestiona esa rabia para que sea un boomerang contra su autor. Por activa o por pasiva, le sirve a cualquiera a la hora de reafirmarse en sus posturas.

 

 

Comentarios

  1. Me he quedado pasmado de este artículo y me agrada la forma de plasmar
    las ideologías partidista de los gobiernos, así como su respectivas preocupaciones por las reglas sociales llegando a la conclusión de ver que el único interés que les mueve es el poder,un abrazo y mucho animo,seguiré visitandote

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    1. ¡Muchísimas gracias por tu comentario, amigo! El ser humano es un misterio en sí mismo. Yo planteo solo una pequeña parte de esas cuestiones profundas que nos rodean. Tú tratas bastantes más y con mayor perspectiva en tu blog. ¡Leerte es siempre un gran placer!

      ¡Suerte y ánimo con todo! ¡Un abrazo enorme!🤗

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