Auf Wiedersehen a una líder moral
Merkel se ha consolidado como un ejemplo excepcional mundial en la ética política
Tras 16 años de mandato en Alemania, Angela Merkel se retira de la política. En todo este tiempo, la Bundeskanzler ha demostrado que se puede gobernar un país sin tener que recurrir a los comodines del "todo vale" y "a cualquier precio".
Se ha atrevido como pocos a hacer frente a los extremistas de izquierda y de derecha, sin buscar sus apoyos en el Bundestag. Incluso, ha llamado la atención a líderes federales de su partido, cuando a estos se les ha pasado por la cabeza pactar con Alternativa para Alemania (AfD). Su moderación y su capacidad de negociación le han permitido ser una gran estadista para gobernar con socialdemócratas, liberales y verdes.
Esas aptitudes ya las demostró antes de liderar el CDU. Decidió ceder su candidatura a gobernar el partido al presidente de Baviera, Edmund Stoiber, quien perdería las elecciones ante Gerhard Schröder en 2002. Merkel, viendo que no tenía el apoyo de su formación, optó por salir de la carrera contra su adversario para negociar con este el puesto de jefa del grupo parlamentario, que le impulsó en su trayectoria política. Con paciencia se consiguen las cosas.
Cada cuatro años, ha sido difícil formar una coalición en Alemania. Pero para ello, Merkel y sus socios necesitaron unos meses. Y lo hicieron con el fin de evitar elecciones y garantizar legislaturas de estabilidad, realidad que no se produce de manera tan clara en países del entorno.
En el plano internacional, Merkel ha arriesgado en su apuesta por consolidar la UE como entidad política, plantando cara a compañeros de su partido y a otros líderes comunitarios que no veían muy bien eso de compartir la soberanía económica. Porque esta cuestión incomoda a los izquierdistas y derechistas más puritanos.
Puede que en el comienzo de la crisis, la canciller alemana pecase de pasarse de austera, pero no es nada fácil tratar con países como Grecia, donde sus gobernantes se han dedicado a derrochar a mansalva durante generaciones. Porque el relato de la Merkel "thatcheriana" fue una excusa que le servía a algunos presidentes para tener la conciencia tranquila sobre sus políticas de gasto desenfrenado, decorándolas con la bandera de lo "social".
Desde sectores de la izquierda europea, ahora se dice que Merkel se ha hecho "buena". A mi modo de ver, esa interpretación se ha producido como consecuencia de una idea simple: hay que realizar políticas crudas en tiempos de vacas flacas, que no gustan a casi nadie, para poder llevar a cabo otras más simpáticas en época de bonanza. Ejercer el pragmatismo cuesta, y hace falta mucha paciencia para ello. Aun así, genera buenos resultados. Lo opuesto es la trampa de lo fácil. Probablemente, ella ha cambiado, pero no creo que su transformación se asemeje a la que ocurre dentro de una crisálida.
Esa teoría de su metamorfosis también es utilizada por gente de derechas, pero de manera opuesta. Su premisa se resumiría en que se ha pasado al bando de los "malos". Una "bruja", como dirían algunos. Además de su defensa del feminismo, de los derechos de los LGTBI y de su conciencia contra el cambio climático, la política de puertas abiertas a los refugiados ha sido una de las claves principales de esa discrepancia.
Sin embargo, frente a esa opinión, los datos invitan al optimismo. Según el Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW), el 36% de los refugiados que llegaron a tierras teutonas entre 2013 y 2016 tienen un empleo. A pesar de que el 64% restante no pueda decir lo mismo, uno de cada cuatro que trabaja ejerce su profesión a tiempo completo o parcial, y el 6% realiza cursos de formación. La tendencia apunta al crecimiento de este colectivo en el mundo laboral.
En mi opinión, con todas sus virtudes y todos sus defectos, Merkel ha sabido mantenerse en su esencia. Muchos piensan que se ha sometido a una lobotomía ideológica, y no tiene nada que ver con la de aquella política que llegó al gobierno en 2005. Pero su paciencia para negociar y llegar a acuerdos (en alemán lo llaman realpolitik), supera cualquier etiqueta. Así se ha labrado sus logros en un país que no es precisamente de cuatro gatos (lo digo por los ejemplos tan repetidos de los nórdicos).
Olaf Scholz, candidato del SPD a gobernar Alemania ha bebido de su influencia. Vicecanciller y ministro de Hacienda con ella, ha ganado las elecciones por verse como el continuador de su legado. Para muchos de su parroquia este candidato se ha vendido a la derecha. Viceversa, es la misma crítica que recibe su socia de gobierno. Pero esas opiniones se pueden considerar positivas, vistos los resultados de los comicios en los que han participado.
Ante todo, más allá de cualquier interpretación, Merkel ha dejado una huella en el imaginario colectivo, que tanto a sus defensores como a sus detractores les parecerá extraño no verla en encuentros entre mandatarios, por llamarles de alguna forma. Porque líderes comparados con ella... son difíciles de encontrar.
Estoy completamente de acuerdo contigo en la magnífica valoración que haces de Angela Merkel. Creo que ha desempeñado un papel clave en la consolidación de la UE y en otros muchos temas importantes.
ResponderEliminarHa sido la persona que se ha puesto a la cabeza de la UE y ha "tirado del carro", arrastrando a los demás países.
Para mí ha superado a otro gran estadista que fue Helmut Kohl.
Ojalá el nuevo canciller alemán Scholz (que ha desempeñado el cargo de vicecanciller con Merkel desde 2018), continúe la labor de su predecesora, sería una buenísima noticia.
Recordaremos a Angela Merkel durante muchos años por su buen hacer y su ejemplaridad en todas las facetas políticas y personales.