De Castillas y de leones
Las elecciones del domingo y la revelación del espionaje a Ayuso han derrumbado la estrategia de Egea y Casado como fichas de dominó
Ayuso y Casado, en un acto contra la violencia machista
El PP está viviendo una semana caliente, especialmente por el fuego amigo en sus filas. Si ya tenía suficiente con las elecciones castellanoleonesas, la revelación del espionaje a Ayuso ha sido la gota que ha colmado el vaso. Los dos fiascos han dejado al principal partido de la oposición en una situación de "tierra, trágame" o de "charrán, sálvame", aludiendo a su simbología.
La victoria anestesiada de Castilla y León
Hasta que convocó las elecciones en Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco gobernaba con aparente tranquilidad. Casi como García-Page en Castilla-La Mancha, pero sin mayoría absoluta en solitario. Cuando el año pasado, Ayuso convocó elecciones en la Comunidad de Madrid, él dejó claro que la fidelidad entre el PP y Ciudadanos era mutua en Valladolid. Incluso, tenía una gran reputación por su gestión de la pandemia, con una actitud de llegar a consensos con otros presidentes autonómicos y con Sánchez. No se le caracterizaba como un líder ruidoso, precisamente. Pero en política no te puedes fiar ni de tu sombra.
Un día decidió que Francisco Igea, el vicepresidente, le estaba traicionando, según el guion de Casado. Si hubiera convocado elecciones a la vez que Ayuso, muy probablemente, la jugada le habría salido bastante mejor. Sin pruebas de que su compañero de coalición pretendiese cambiar su alianza con el PSOE, ni con el pretexto murciano, no hay muchos comodines en los que apoyarse. Y, aun en caso de que el líder naranja hubiera dado su confianza a Luis Tudanca para gobernar, Mañueco contaría con la narrativa perfecta para ganar las elecciones autonómicas de 2023 con holgura, por su imagen del fiel inocente acuchillado en la espalda por su colega del Ejecutivo, pagando caro este la deslealtad en las urnas.
Tras el giro de los naranjas en Murcia, Ayuso se apoyó en la idea del "por si acaso" para evitar riesgos con Aguado. Por su parte, Mañueco se habría basado en el hecho demostrado de que Igea le hubiera regalado una moción de censura a Tudanca. Ya se produjera este cambio o no, solo tendría que esperar un año para las autonómicas. Pero el cortoplacismo, innato por desgracia en la política española, ha podido en este caso con él, con Casado y con Egea. Una estrategia basada en la espera y la paciencia garantiza mejores resultados. Es en los últimos metros de una carrera donde se ataca y se esprinta.
Los enemigos, siempre dentro
De repente, en la noche del miércoles, salía a la luz el espionaje a Ayuso por parte de detectives contratados por la cúpula de su partido. En este caso, en vez de unas cremas, lo que le podría costar su puesto es el supuesto cobro de una comisión de 280.000 euros de su hermano, por mediar en la adjudicación de un contrato a un empresario amigo de la familia durante la cuarentena. Casado y Egea se han empeñado en buscar pruebas que acrediten la certeza de este hecho. Aun así, a pesar de que lo demostrasen, ¿por qué ese silencio de ultratumba hasta ahora?
Casado y Ayuso no piensan muy diferente, ni siquiera respecto a los pactos con Vox. Aunque esta se ha mostrado todavía más sectaria con los adversarios comunes de ambos (porque, estando de acuerdo con Churchill, la enemistad es entre ellos). De todas formas, lo del líder nacional merece una gran reprobación por su intento de monitorizar a su compañera.
Ni él ni Egea parecen acordarse del porqué de la moción de censura de 2018. Más allá de la falta de ética, la penalización por la corrupción les costó el gobierno de España, sirviéndole de excusa a Sánchez en sus pactos con Podemos y el separatismo. Y este supuesto nuevo PP continúa las viejas malas costumbres. Por su parte, la administración Ayuso debería ser bastante más transparente, si no quiere caer en los errores de la época de Aguirre. A no ser que esto se trate de un juego que consiste en ver qué formación política oculta mejor su corrupción y, cuando le pillan, tiene la opción del recurrir al comodín del "y tú más".
La manera en la que fue elegido el líder del PP, gracias a unos pocos compromisarios de su partido, debería haberle servido para calmar sus egos. Y a pesar de sus diferencias con algunos de sus barones territoriales, como Ayuso, no debería intervenir en sus liderazgos. Menos, si ganan elecciones como ella o Feijóo, "perro viejo" de la política que gobierna con mayoría absoluta en Galicia.
Una vez más, Casado y Egea miran a toro pasado cómo su estrategia ha fracasado, como si quisieran volver hacia atrás, cuando solo Vox tenía un escaño en Castilla y León. También cruzaron el Rubicón cuando decidieron fichar a Cayetana Álvarez de Toledo en su equipo, a la que cesaron como portavoz del PP en el Congreso. En ambas situaciones, han actuado precipitadamente para luego, de repente, arrepentirse cuando ya era tarde. Ahora, les ocurre lo mismo con Ayuso. Pero, quién sabe, a lo mejor después de esto, el líder nacional y la presidenta madrileña continúan en sus puestos como si su amistad recordara a la que tenían en Nuevas Generaciones. De todos modos, lo más escandaloso de todo esto es el hipotético caso de que Mañueco hubiera arrasado. Casi con total seguridad que no nos hubiéramos enterado de este pifostio entre Génova 13 y Puerta del Sol.
Además de la clásica comparación con Pimpinela, la relación entre Ayuso y Casado recuerda a la canción de Amaral, Cómo hablar, que dice: "a veces te mataría, otras en cambio te quiero comer". (aunque esta semana, este verbo ha dejado de denotar cariño entre ellos). Otra obra que me viene a la mente es la de Torrebruno: "tigres (tigres), leones (leones), todos quieren ser los campeones".
Enhorabuena por el artículo. ¡Lo has bordado!
ResponderEliminarMe ha parecido una brillante y reflexionada exposición de los hechos. Además se nota que conoces muy bien la personalidad de todos y cada uno de los políticos.
Para mí es el mejor artículo que te he leído y sería digno de publicarse en cualquier medio de prensa nacional o internacional.
Suscribo absolutamente todo lo que comentas y te auguro un buen porvenir en la profesión.