No tan similares

Aunque en Portugal se están dando fenómenos electorales parecidos, los equivalentes a PSOE y PP son más abiertos y tienen mejores resultados

 «Pasaba de la medianoche cuando el escrutinio terminó. Los votos válidos no llegaban al veinticinco por ciento, distribuidos entre el partido de la derecha, trece por ciento, partido del medio, nueve por ciento, y partido de la izquierda, dos y medio por ciento. Todos los otros, más del setenta por ciento de la totalidad, estaban en blanco». Esto no ocurrió el domingo 30 de enero en Portugal, sino en la mítica obra de José Saramago Ensayo sobre la lucidez. Además, se trataban de unos comicios municipales.

En su día, dicho libro generó furor en su país, una especie de trending topic a principios de este siglo, tras publicarse en 2004, año en el que todavía las redes sociales más populares eran las del café y no las virtuales. La novela, continuación de Ensayo sobre la ceguera, sacó a la palestra las inquietudes del poder, que cree que siempre puede controlar al pueblo a su antojo bajo el mantra de la "opinión pública".

Lo que pasó hace un par de domingos terminó en un resultado muy diferente en los apoyos. El socialista António Costa sacó mayoría absoluta. Aun así, la participación electoral, a pesar de ser superior a la de 2019, se quedó solo en poco menos del 60%. Este porcentaje es la letra pequeña del grado de empatía hacia los políticos, cuestionando cualquier aparente unanimidad. Aunque uno muy alto se puede interpretar como un incremento de la polarización, con la lógica de votar a alguien para que no salga el contrario. Conviene señalar estos aspectos, porque las estrategias se basan en percepciones que nunca están 100% demostradas.

Ningún partido político español puede extrapolar con mucha certeza los resultados de sus homólogos portugueses. Acaso, ¿qué argumentos probados hay para demostrar que la derrota de Rui Rio, el candidato conservador, se debe a su postura conciliadora con Costa? ¿Y si ha sido al revés, y esa vía ha frenado el ascenso espectacular de Chega? Además, si ocurrió lo primero, es preferible perder por goleada con tus principios que depender de un partido, cuyo líder, André Ventura, se mete con las mujeres por pintarse los labios. Al fin y al cabo, el  Partido Social Demócrata (PDS), la formación del principal líder de la oposición, solo ha perdido un escaño y ha recibido más votos respecto a las anteriores elecciones.

Por eso, FAES, el think tank del PP, se equivoca cuando dice que no hay que seguir los pasos de Rui Rio, ya que no tienen en cuenta que eso ha dejado sin argumentos a Costa para asociar a su rival con la derecha radical. Por su parte, Pedro Sánchez está convencido de que un fortalecimiento de Podemos y otras izquierdas extremistas benefician al PSOE. En su mente no se da la posibilidad de que sus presupuestos sean tumbados por sus compañeros de coalición, porque cederá todo lo posible solo para evitar un adelanto electoral (a lo mejor se salva por otro error de voto en el Congreso).

      El primer ministro portugués, António Costa - Arne Müseler

El primer ministro portugués ha demostrado convicción a la hora de defender sus presupuestos, poniendo límites a las exigencias del Bloco de Esquerda (BE) y de la Coaligaçao Democrática Unitária (CDU). Optar por decir sí a todo se habría interpretado como un guiño hacia el marxismo... tanto al leninista como, sobre todo, al grouchista. Además, estos años de apoyo externo de ambas fuerzas a los socialistas se ha quedado lejos de las polémicas e incertidumbres del gobierno de coalición español.

Ni Costa ni sus socios se han interesado en cobrar el impuesto de patrimonio y de sucesiones (no, Portugal no es un paraíso fiscal, ni lo gobiernan libertarios ni anarcocapitalistas). Y los autónomos no tienen que pagar cuotas ni declarar el IVA. Tributan una vez al año, en un 24,5%, en función de los ingresos que perciben.

Aparte de que allí los nacionalismos periféricos son prácticamente inexistentes, el principal partido de la izquierda y de la derecha tienen discursos y políticas que van más allá de sus espectros, y no se obsesionan con contentar a los votantes de las versiones radicales de sus ideologías. Aun así, en todas partes cuecen habas, y Portugal no es una excepción.

La baja participación electoral en sus últimos comicios demuestra ese malestar en la población lusa, con una economía todavía lastrada por una gran desigualdad de ingresos, una productividad situada un 25% por debajo de la media de la UE y un estancamiento en inversión en educación, investigación y desarrollo y en atención a la infancia.

No sacralicemos nada. Por mucha democracia que haya, en cualquier circunstancia, el poder manipula. Aprovechando este año centenario del nacimiento de Saramago, recuerdo una frase que dijo en su día este ilustre escritor: «pienso que estamos todos ciegos, somos ciegos que pueden ver, pero que no miran».


Comentarios

  1. Enhorabuena por tu artículo, es una buena lección de historia contemporánea con tu análisis riguroso y bien documentado. Reconozco mi desconocimiento de los procesos políticos en nuestro país vecino.
    No obstante, estoy completamente de acuerdo contigo en que los resultados de las elecciones en Portugal, creo que no son extrapolables a España. Lamentablemente, estoy convencido que aquí ningún partido va a sacar mayoría absoluta en las próximas elecciones –aunque sea por sólo un escaño como ha sucedido en nuestro país vecino-, lo cual considero sería muy deseable y especialmente si fuese por su homólogo español.

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