In Spain We Call It Integridad

El Gobierno español vuelve a demostrar que le faltan agallas frente al régimen marroquí con la cuestión saharaui

In Spain, We Call It Integridad. Este podría ser el lema del Ministerio de Exteriores, tras el apoyo de Moncloa a Mohamed VI en la autonomía del Sáhara, siguiendo el ejemplo de la actual campaña del Ministerio de Igualdad, basándose en la canción "In Spain We Call It Soledad", de Rigoberta Bandini.

"Integridad territorial". Una expresión dicha por Sánchez, y que para él estaría garantizada en España y Marruecos con la decisión de aceptar la propuesta de Rabat. Hay analistas que defienden este gesto de Moncloa con la monarquía alauí, diciendo que era lo realista, en nombre de la realpolitik.

Con todo el respeto a sus opiniones, las relaciones internacionales deben basarse también en mirar más allá de las dificultades actuales. Con el tiempo, los cambios acaban siendo vistos como algo pragmático. El quietismo o la búsqueda de complacencia solo complica una salida justa e idónea para el Sáhara. Hablamos de territorio español, y como tal, el Gobierno debe facilitarle su derecho a la autodeterminación, algo que obliga la ONU a cumplir. 

¿No trata de eso la Agenda 2030: de avanzar en derechos humanos? Si los políticos que presumen de defender este plan no se lo toman en serio, es como si el pin circular de colores que llevan en sus vestimentas simbolizase el mítico juguete de "Simón dice" (no el epidemiólogo). El Sáhara es territorio marroquí de facto, pero español  de iure, lo realmente importante.

Casi siempre, España tiene que seguir el rumbo de EE.UU., hasta en momentos de mirar hacia otro lado, colaborando con potencias gobernadas por sátrapas, como Mohamed VI, cuyos diplomáticos no tienen vergüenza en hacer un mapa de Marruecos, que incluye a Ceuta y Melilla en la página web de la Embajada en Madrid . Una declaración de intenciones contra la soberanía nacional que supondría el cierre de dicho edificio en otro país.

                                                                  Albares, Grande-Marlaska y Sánchez, con el rey de Marruecos, Mohamed VI

Lo más gracioso e irónico del asunto es el hecho de que no ha servido de mucho el viraje en esta cuestión para gustar a EE.UU. Biden sigue sin interesarse por hablar con Sánchez, que claramente buscaba con su estrategia dejar de ser ignorado por el inquilino de la Casa Blanca. Salvo la cumbre de la OTAN, que Madrid albergará en junio, España no llama mucho la atención del gigante norteamericano. Ya no solo su secretario de Estado, Antony Blinken, visita Marruecos antes, sino que también va a Argelia, aliada de Rusia y China.

La relación de Argel con Moscú y Pekín podría ser otra razón para que Madrid se aproximase a Rabat. Si te llevas bien con un gobierno con esos apoyos, ¿por qué no también con otro que cuenta con la confianza de Washington y que comparte frontera contigo? Y la invasión rusa de Ucrania ha contribuido y acelerado ese cambio de postura.

Pero Argelia no perdona, y retira a su embajador de Madrid, con la amenaza de una venta más cara de gas solo a España. Por su parte, Italia, dependiente de Rusia en este sentido, ha reforzado sus lazos energéticos con el vecino adversario de Marruecos. No se puede tener a los dos estados norteafricanos contentos. No se puede sorber y soplar al mismo tiempo.

París y Berlín también se han vendido a la idea marroquí sobre el Sáhara. A pesar de que en noviembre, medios del país magrebí se quejasen de la visita del embajador alemán a Melilla, por considerarlo territorio ocupado. Convendría acordarse de cuánto costó que Timor Oriental ejercitase su derecho a la autodeterminación, con el silencio inicial de las grandes potencias, sobre todo, por parte de EE.UU., que dio el visto bueno a la invasión indonesia.

Actualmente, las cartas están del revés. Timor Oriental, independiente desde 2002, goza de buenas relaciones con su antiguo verdugo, Indonesia, principal valedor de su adhesión a la Asociación de Naciones de Asia (ASEAN). Y tanto China como EE.UU. son principales inversores en su territorio. En cuanto a Portugal, su colonizador inicial antes de la invasión de su vecino, ya no tiene que cargar con el muerto de administrar su proceso hacia la autodeterminación.

La invasión de Timor Oriental se produjo unas semanas después de la del Sáhara Occidental, en 1975. Desde entonces, la historia de ambos territorios es bastante paralela. Dos invasores: Indonesia y Marruecos.  Un mismo discurso, desde Yakarta y Rabat, basado en la "integridad territorial" (que Sánchez y su equipo han adoptado para justificar su cambio de postura). Dos administradores de iure en proceso de descolonización: Portugal y España. Nueve horas y más de 15.000 kilómetros entre Dili y El Aaiún. La distancia hacia la solución del conflicto... una eternidad.




Comentarios

  1. Me ha parecido un artículo estupendo de rabiosa actualidad y comparto contigo tu malestar.
    Creo que nuestro Presidente “ha metido la pata”. No sé bien qué razones le han llevado a hacer esas declaraciones con respecto al Sahara, pero no las comparto en absoluto. Hasta ahora teníamos una postura muy distinta con respecto al derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, que siempre la habíamos defendido y, creo, que la mayoría de los españoles seguimos defendiendo.
    ¿Es por llevarse bien con el Rey de Marruecos? ¿Es para que Marruecos no nos presione reivindicando Ceuta y Melilla? ¿Es para agradar al Presidente americano?
    No sé si alguna vez sabremos la verdadera razón, pero el Congreso ya le ha dado un buen “tirón de orejas” dejándole sólo en la decisión tomada. Lo malo es si Argelia cumple sus amenazas.
    Espero que Sánchez rectifique su última postura cuanto antes y se dé cuenta del grave error que ha cometido.

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